jueves, 16 de agosto de 2012

Enamórate ahora, sufre después

Amor, amor, amor… ¿Qué haremos contigo? Nos encantas por un tiempo, después nos haces detestarte por otro. Eres algo así como “disfruta ahora, paga después”. Yo estoy en ese paso de “pagando después”. Soy bisexual y en mi primera relación homosexual me enamoré. Fueron los mejores días de mi vida me atrevo a decir. Me considero una persona sumamente sana, extrovertida, directa y honesta.

Mucha gente sufre por amor, eso está totalmente fuera de discusión. La cosa está en: ¿Quién hace daño a quién primero? ¿Qué tan grande es ese daño? ¿Quién supera a quién primero? ¿Quién se satura de quién primero? ¿Quién le habla a quién primero?

Todos somos diferentes e iguales a la vez. Diferentes porque todos tenemos nuestra propia personalidad, nuestra manera de amar, mentir, sentir, hablar… Iguales porque todos somos seres humanos y tenemos esa tarea que nos asignan a todos: vivir.

Mi primera relación homosexual resultó ser mi primera relación real y sincera, de mi parte. Y estoy aprendiendo de ella muchísimo. No sé realmente quién soy y no sé realmente quién tengo que ser. Fui esa persona entregada, cegada y completamente apostándole al sentimiento. ¿Error?

No diré que nunca se enamoren ya que todos, sin excepción, alguna vez nos enamoraremos y precisamente porque es algo que se tiene que vivir, es algo que se tiene que experimentar. Vivir esa experiencia es sumamente placentera, (cuando se empieza más que todo) el reto es saber cómo prolongarla y cómo saber jugar cada carta para que ese sentimiento, el cual es muy excelente, perdure y puedan pasar como pareja a las siguientes etapas. Todo tiene su porqué, ya que si se logra de ambas partes un excelente balanceo entre amor, respeto, confianza, espacio y tolerancia, es ahí cuando el cuento se puede cerrar de manera correcta. Todo en la vida consiste en cerrar etapas y hay que aprender a saber cómo cerrarlas correctamente.

Cuando te enamoras sientes un gran vacío cuando esa persona ya no está contigo. Puedes ignorarla gracias a eso que usamos para no pensar en nada, distraernos. Pero si el amor fue verdadero, no podrás sacarte a esa persona de la cabeza.

Hablo por mí en todo esto. Hablo por todo lo que he sentido y estoy sintiendo. Hablo por todo lo que he sufrido, llorado, recordado y analizado.

Uno de los dos amará más, siempre. Uno de los dos sufrirá más, siempre. Cuando el uno está bien, el otro no lo está. El amor es una cosa totalmente loca y diría que requiere de millones de años de estudio si se quiere entender todo su contexto. Es un arma de doble filo que nadie logra dominar cuando se va; repito, si es verdadero.

¿No has hecho locuras por amor? ¿Idioteces, quizás? Yo sí. Cuando me dejaron, se me cayó el mundo, se me vino todo abajo.

El único ejemplo que logro acentuar: Tenía una maleta llena de mucha ropa, muchísima, y de repente, le dieron un golpe, haciendo que ésta vuele y caiga toda la ropa al piso, desordenada. Claro, tu primera impresión es ver a la persona, reclamarle o algo por estilo. Es ahí cuando tú buscas lo que sea para darle a ver a la otra persona lo que está haciendo y es ahí cuando puedes hacer cualquier cantidad de cosas, sin pensarlas, de las cuales cuando tienes mente fría y cabeza centrada, dices: Eso lo hice porque lo sentía. Eso lo hice por amor.

Cuando te das cuenta de que realmente te ha dejado, que ya no está ahí, que esa persona que creías contigo se ha ido, es ahí cuando tienes que recoger prenda por prenda. Cada prenda de ropa es un recuerdo. Todavía estoy recogiendo ese desorden, solo. La personalidad y mentalidad de la persona indiscutiblemente interviene en muchas acciones, de las cuales, ninguno logrará hacerle ver a la otra persona su punto de vista, el punto en el que quiere que lo vea. ¿Por qué? Sencillo, uno tiene una mentalidad, el otro tiene otra. Dos puntos de vista, dos opiniones diferentes, un solo daño.

Cuando estás enamorado, ya no tienes a esa persona y estás recogiendo el desorden que te dejó, es cuando aprendes de lo que ocurrido. No existe un solo día desde que pasó lo que pasó en que no tenga a esa persona en mi mente, no existe. Aun queriéndola fuera de mi mente, de mi vida, de mis cosas... Es imposible cuando se está enamorado. Claro, tú buscas tus maneras de, tus maneras para… Pero la mente es una cosa realmente complicada cuando se involucra el amor y el destino se encarga de hacerte pasar la tarea como tienes que pasarla.

Llorar, eso es lo efectivo y lo más popular que hacemos todos como seres humanos. Cuando sentimos, cuando sufrimos por algo sentimental, esa es la única salida que tenemos, llorar. Pero aprendes que cada lágrima que botes es una menos por la cual preocuparte. No todos estaremos en una misma situación todo el tiempo, y si eso ocurre, tendremos todavía muchísimos más mecanismos para solventar los problemas. Llorar es válido donde sea y a la hora que sea. Parques, calles, trabajo, baño, casa, cama, piso, montaña… Lo importante es eso, llorar cuando realmente sientas que tengas que hacerlo sin mirar a tu alrededor.

Algo que te pasará como ley de vida cuando te ocurra algo similar es que siempre encontrarás alguien en la misma situación que tú o peor. Únetele, compartan sus historias, lloren juntos, entiéndanse entre sí y eso les hará dar pasos más largos y lograr llegar a la meta en menor tiempo.

Cuando estás así, no dejas de pensar en esa persona, no dejas de sentir por esa persona y te cuesta superar que ya no tienes a esa persona. Aceptarlo es el primer paso, superarlo es el segundo. Piensas en esa persona, en qué estará haciendo, en cómo la debe estar pasando bien, sin ti. En como todos pueden hablarle sumamente normal y tú no poder dirigirle una sola palabra. Todos pueden libremente acercársele, hablarle, tocarle, disfrutar de su presencia, menos tú.

Cierras los ojos antes de dormir y está su cara ahí, diciéndote a ti mismo que todavía lo quieres contigo, lo sientes contigo. Abrirlos a la mañana siguiente y tus “buenos días” son esos, toda tu mente en esa persona. Soñarás con esa persona por muchas noches, (besar a esa persona después de tanto tiempo, abrazarla, tocarla, olerla, decirle lo mucho que la quieres y ser feliz. Tenerla al frente, no hablar, no decirle una sola palabra, acercártele y sin decirle nada, besarla, y sonreír como antes) y llorarás al día siguiente al darte cuenta de que ya estás despierto.

Lo ves en todos lados, todos se visten como esa persona, todos huelen a esa persona e inclusive hay gente que actúa como esa persona.

Tu mentalidad siempre será esta: “Lo detesto, lo amo, intentémoslo otra vez, no lo quiero ver, qué estará haciendo, estoy feliz, estoy mejor, no me piensas, te extraño, te quiero conmigo, está con otra persona, mucho mejor que yo, quiero tocarte, se quieren muchísimo, por qué, yo puedo hacer lo mismo, ya llegará, cuándo llegará, no me extrañas, quiero celarte, quiero que me celes, ya tiene pareja, yo tendré a futuro, quiero un beso suyo, un abrazo suyo, quiero golpearlo, decirle lo mucho que me hiere, se entregará a otra persona, mirarlo a los ojos, leérselos, oír sus latidos, quiero patearlo, búscame, no has llorado por mí, por qué no reaccionas, quiero dormir a su lado...”

Yo no sabía qué hacer. Yo no sé si cometí o no cometí errores en hacer las cosas que sentía. Sólo puedo decir que ahora sé que cuando haces esas cosas las haces por el mismo patrón que te hace seguir el amor.

Mi caso fue ese, mi ahora es éste y todavía sigo teniendo respuestas, lo cual es síntoma de que estoy creciendo, de que estoy avanzando.

Preguntas a diario: Si tienes la posibilidad de alcanzar a la persona que amas, ¿lo harías? Si metes la pata, ¿te quedas o la sacas? ¿Qué clase de amor realmente dominamos? ¿Cómo saber a tiempo quién está preparado para una relación? ¿El orgullo está de por medio? ¿Cómo estaremos a futuro? ¿Mejor? ¿Peor? ¿Amigos? ¿Conocidos? ¿Extraños?

Nadie tiene el poder de ver eso y todos en esta vida nos equivocamos. Yo me equivoqué también y esa respuesta la tengo clara desde hace poco.

Nunca me enamoré de un hombre, me enamoré de un niño.