lunes, 26 de mayo de 2014

Luciérnagas

  —No quiero soltar tu mano, Jesús. No quiero soltarla.

Entramos a una cueva totalmente oscura y llena de malicia, tomados de la mano como siempre solíamos estar. Su luz me cubría. El calor de su cuerpo me recordaba la gran protección que sólo puede brindarte tu hogar. A medida que íbamos entrando, más intentaban separar nuestros cuerpos.

  —No sueltes mi mano. Tengo miedo —le decía.
  —Quédate tranquilo. Apóyate en mí; reposa en mi pecho.

Miraba a nuestro alrededor y todo era un desastre. Murciélagos revoloteando y saboteando nuestro espacio. Frío en todo el interior. El lago poco a poco perdía su luz.

  —Tengo mucho miedo —ni siquiera contaba como opción separarme de él.

El latir de su corazón era melodía para mí. Posarme en su pecho era sentirme en protección absoluta donde nadie podía tocarme ni hacerme daño. Podía haber un huracán en esa misma cueva y sin embargo, tranquilidad tenía estando ahí. Sus brazos me cubrían y sus manos de vez en cuando jugaban con mi cabello dándome paz hasta lograr hacerme dormir.

  —Tranquilo, gordo. Estoy aquí —susurraba a mi oído y un beso en la frente me regalaba.

De repente, una luz un tanto oscura se proyectó en uno de los lados de la cueva. Era gruesa y daba poca señal de confianza. Él se levantó y se quedó observándola un instante. Poco a poco fue caminando hacia ella soltando mi mano; dejándome a un lado.

  —Mi amor... —el terror empezó a hacer de las suyas.

Me quedé observando todo abrazándome a mí mismo. El frío llegaba a mayor intensidad y la luz de mi protector se desvanecía junto a la otra desconocida. Poco a poco se iban acercando malas entidades y éstas empezaron a golpearme sin piedad alguna. Recibí golpes por todo el cuerpo, especialmente en el torso.

  —¡MI AMOR! ¡REGRESA! —gritaba desesperado.

Todo parecía irreal y real a la vez. Recibía golpes, patadas, malas palabras y escupitajos. Alcancé verlo llegar a la luz y dicha, sin previo aviso, lo empujó al lago de agua negra.

  —¡NO! —lograba a duras penas levantarme para lograr socorrerlo.
  —¡Quédate ahí! Estoy bien —me decía.

Las entidades me jalaron por un pie y seguían disfrutando y alimentándose de mi dolor.

  —Estoy nadando lo más rápido que puedo, gordo. No decaigas —logré verlo por un momento nadar hacia mí.

Como pude me levanté y empecé a luchar contra todo lo que quería acabar con nosotros. Poco a poco y uno a uno los iba derrotando.

  —Sigue nadando. Estoy aquí —lo animaba.

A medida que iba peleando con mis miedos, uno de ellos se escapó, corrió hacia el lago y empezó a nadar hacia él. Quedé en las afueras congelado y a la expectativa de qué iba a pasar. El resto logró atarme las manos y me obligaron a ver el decadente desenlace.

El mayor de todos logró llegar hasta donde estaba él, dio un salto repentino y terminó hundiéndolo en las profundas aguas. Un gran vacío acompañado de lágrimas me cubrieron completamente en cuerpo y alma. Más miedos y entidades empezaron a llegar.

  —¡Se ha ido! —me gritaban.
  —¡Basta! —me tapaba los oídos.
  —¡Ya está muerto! ¡No va a regresar! ¡No lo vales! —no dejaban de apuñalarme.

Poco a poco me voy cayendo al suelo y como puedo arropo mis rodillas con mis brazos. Mis ojos aguados logran ver mis miedos rodeándome y maltratándome sin piedad.

  —¿Murió? —logré susurrar.
  —¡MURIÓ!


Estoy solo, vacío, seco, sin ganas de vivir o morir. Estoy solo en una cueva siendo acribillado por murciélagos y consolado por luciérnagas. De vez en cuando logro ver luz gracias a ellas. Logran distraerme y me dicen que todo está bien. Sin embargo, el otro bando revolotea y me golpean con sus alas en la cara, haciéndome entender que la vida es ésta. Un lugar donde vienes solo y así, lamentablemente, te vas.

Los murciélagos no saben ni escribir. Las luciérnagas todas las noches dibujan encima de la Luna aquella valiosa palabra de lucha... Esperanza.


jueves, 8 de mayo de 2014

Letras Sobre el Escenario

Estoy detrás del telón oyendo al público entrar y tomando asiento.


Estoy entrando a la sala y podría afirmar que estoy más nervioso que tú.

Uno, dos, tres...

Observo y escucho a las personas teniendo expectativas de la presentación.

...cuatro, cinco, seis.

¿Estarás nervioso? Todo va a salir bien, mi amor.

¡Ajá! Llegó el momento. Dios, estoy en tus manos.

Ay, chamo. Empezó. El mayor de los éxitos, mi vida.


DANZA
Verte danzar va mucho más allá que admiración para mí. Es sentirme contigo.
DANZA
Tu cuerpo dice mucho con un simple movimiento. Tu cuerpo no calla.
DANZA
El escenario es tuyo, mi amor. No pares de bailar. No pares de expresar.
DANZA
Mírate. Estás triunfando. Llegarás muy lejos. Llegaré contigo.
DANZA
Su profesionalismo lo ha llevado a la cima y hoy está con nosotros...
DANZA
Y aquí está el escritor que ha dejado a todos enamorados con su libro...
DANZA
Éstas dos celebridades le han dado la vuelta al mundo con su historia.
DANZA
¡Cuidado!
DANZA
Escasamente corto contacto visual contigo.
DANZA
Cuánto te amo.
APLAUSOS
¡Bravo, cachorrito!


¡Lo hice! ¡Esto es lo que realmente disfruto hacer! ¡Qué sabroso ser aplaudido!

¡Qué bello te ves sonriendo! ¡Aplausos merecidos! ¡Arriba!

Sé que me estás viendo. Gracias por haber venido. Te amo.

Todos reciben los aplausos; solo tú recibes mis palabras.
A todos los veo con rosas en los pies... A ti te veo con mis letras sobre el escenario.

lunes, 5 de mayo de 2014

Protegido Bajo el Calor de tu Pecho

Eres mi tormenta, eres mi paz,
En tu pecho muero, en tu pecho logro descansar.
Necesito el calor de tus brazos, verte cada mañana al despertar,
No existe otro lugar en el mundo entero, donde realmente quiera estar.
No me quites tu sonrisa, tus ojos ni tu forma de mirarme,
Tu perfume, tu cuerpo ni tus labios al besarme.
Mi corazón grita todas las noches antes de dormir,
Me grita triste y desesperado preguntando por ti.
Tu nombre es mi primer pensamiento al despertar cada mañana,
Una lágrima en mi mejilla sustituye un beso tuyo diciéndome que me ama.
La cama es demasiado amplia e incómoda sin ti a mi lado,
Ninguna almohada da la talla, ninguna reemplaza tu hermoso brazo.
La Luna me ve llorar y trata de consolarme mientras camino a casa,
La veo y te veo sentado en ella, tomando té en tan pequeña taza.
Quiero cocinar, bañarme, reír, llorar, dormir, vivir... Todo contigo.
Quiero ser tu amante, tu confidente en todo; no solamente un amigo.
Gordo, dime qué hacer con este amor que se desborda dentro de mí,
Mi amor, amárrame a tu alma y vida; por favor, no me dejes ir.
Deseo morir en tu caluroso pecho, mientras me abrazas fuertemente, 
Nunca en mi vida me había sentido tan a salvo y protegido honestamente.
Estoy descontento con la estrella a la que le pido cada vez que puedo,
¿Tus deseos se han hecho realidad? Porque los míos no se han vuelto.
Cachorrito, amante, amigo, hombre... Nunca me quites tu pecho,
Nunca me alejes de él ni permitas que haga siquiera el intento.